martes, 16 de septiembre de 2014

Capítulo 14

Mi vista se comenzó a nublar. Pestañeé y la cortina de la ventana de la secretaría se ondeaba como una bandera en lo alto de un barco. De repente noté como todos mis músculos se desplomaban en el suelo y la baldosas azotaban mis rodillas. Me levanté rápidamente y miré a Paul.

-¡Mi hermana! -dije corriendo hacia la ventana con los ojos borrosos por las lagrimas.- ¡Se ha llevado a mi hermana!

De repente noté la mano de Paul en mi hombro mientras yo seguía con la vista fijada en el campus del instituto, buscando la silueta de mi hermana. No habían pasado ni un minuto, no podían haber ido muy lejos.

-Salgamos de aquí y empecemos a buscarla. -dijo mientras me cogía del brazo y me sacaba de la sala de secretaría.

Corrimos por el instituto hasta la salida y nos montamos en mi coche. Tras cinco intentos de meter la llave, lo conseguí. Me temblaban las manos y todavía tenía la visión borrosa por las lagrimas. Me las limpié y miré a Paul.

-¿Donde narices vamos Paul? -dije algo histérica y cansada.

-Conduce hasta las afueras. Allí hay un bar donde suelen juntarse los de... su especie. -dijo mientras bajaba la ventanilla del coche.

El bar. Lo conocía. Fue el bar que visité persiguiendo a aquellas personas que me encontré en el bosque, que luego resultaron ser oscuros y casi nos matan.

-Lo conozco -dije decidida- Vamos.

De repente mientras conducía por la carretera principal, mi cabeza empezó a arder y diversas imágenes se nublaron en mi mente.

-No por favor, dejame.-dijo una voz en mi mente. La voz de mi hermana.

Podia ver como la cara de Daniel adquiría un tono rojizo por la ira y sus manos abarcaban las muñecas de mi hermana. Empezó a decir unas palabras que no lograba entender. Eran una serie de diapositivas en mi mente. Mi hermana no paraba de chillar mientras él la sujetaba. Era una sala blanca, aparentemente sucia y con un gran foco en el techo. Estaba sumida en aquellas imágenes haciendo caso omiso a la carretera.

-¡Amelie!

Una voz a lo lejos empezó a intensificarse hasta retumbar mi tímpano. De repente noté como las manos de Paul agarraron el volante y ví como estabamos casi fuera de la carretera. Gracias a la ayuda de Paul conseguí centrar el coche en la carretera después de cientos de pitidos de los demás coches.

-¿Estas bien? -dijo Paul tornando su cuerpo hacia mi.

-Si... sólo que -dije negando con la cabeza confundida- Algo. He visto algo. Le he visto con mi hermana en una sala.

Noté como Paul se colocó en el asiento mirando al frente y apoyaba la barbilla en sus nudillos pensando. Centré la mirada en la carretera intentando buscar algún sentido a la visión, pero no lo conseguía.

Tras diez minutos, me encontraba enfrente del bar, tan cutre como siempre. Me bajé del coche rapidamente y en tan sólo unos segundos estaba dentro. Todo estaba cómo recordaba. La música metálica de fondo y el olor a humanidad. La única diferencia es que ahora está lleno de gente, todos con ropas oscuras y viejas. Al entrar, el ambiente se silenció y las docenas de miradas recayeron sobre nosotros. En un impulso cogí la mano de Paul y me dirijí con él a la barra. Las personas retomaron sus conversaciones y el bar se convirtió en algo más entretenido. Pedimos dos refrescos mientras inspeccionaba cada una de las caras del bar. Nada. Ninguna era la de él. La fustración se apoderó de mi, miré a Paul y carraspeé.

-Voy al baño -dije mientras daba un trago a mi coca-cola y me levantaba.

El asintió aún inspeccionando la sala. Entré en los baños y un apestoso olor me hizo dudar sobre entrar o no hacerlo. Cogí algo de aire e inundé mi nariz en el suéter. El baño de chicas era sencillo. Azulejos blancos y negros y el espejo roto. Un sonido constante, el de una lámpara averiada me extrañó. Procedía de detrás de la pared. Pegué mi oido y cerré mis ojos centrandome en el constante sonido. Sí, era ese sonido, el de una bombilla tintineando. Tal vez era aquella luz que alumbraba la sala de la visión. Tan sólo tal vez. Salí del baño intentando buscar una trampilla o una puerta que llevara a la habitación de al lado, pero nada, todo estaba tapiado. Entré de nuevo al baño e inspeccioné las baldosas. Noté que dos del medio estaban ligeramente movidas, parecía que las habían desencajado. Las toqué con mis nudillos y el sonido hueco afirmaba que era cierto. Las desencajé y pude ver los baldosines blancos de la visión. Comencé a desencajar los demas y de repente un gemido me asustó. Asomé la cabeza y era mi hermana. Abrí los ojos como platos y le gesticulé que estuviera callada. Cuando saqué los baldosines suficientes como para poder pasar, atravesé la pared y entré en la sala. Era igual a la de mi visión. Me acerqué corriendo a mi hermana y le quité la venda que tenía en la boca.

-Tranquila, ya nos vamos, tranquila -dije susurrando mientras le quitaba los mechones de pelo de la cara.

-¿Donde creeis que vais? -dijo una áspera voz detrás de mi.

Me giré y observé la cara de Daniel. Cómo cada uno de sus cabellos se veían iluminados por el foco de luz y como sus ojeras se intensificaban.

-Dejala ir. Esto, posiblemente sea un tema entre tú y yo -dije cruzandome de brazos.

-Posiblemente -dijo Daniel esbozando una malévola sonrisa.- Claire cielo, creo que Paul te está esperando fuera.

-No les hagas nada. A ninguno de ellos. -dije señalandole.

-A cambio de una cosa -dijo acercandose a mi mientras ladeaba su cabeza.

-Que. -dije asintiendo. Estaba segura de que haría cualquier cosa por ellos.

-Unete a nosotros. Vente con nosotros. -dijo él.

Mis ojos rodaron por toda la habitación confusa. Si mantener con vida a mi hermana y a Paul significaba tener que irme con el enemigo, sin dudar lo haría.

-Si me voy con vosotros, no tocaréis a nadie. Ni a mi familia ni a Paul.-dije mirando fijamente a los ojos de Daniel mientras me acercaba a él.

De repente, una sonrisa terrorifica me hizo retroceder algunos pasos hacia detrás. Sus dientes eran perfectamente blancos y alineados, como sacados de un anuncio dental con mil efectos de retoque.

-Perfecto -me cedió la mano para que la tomara pero decidí hacer caso omiso.

Pero de repente una cosa me vino a la cabeza. Paul y mi familia. Tal vez si me iba con ellos, no volvería a verles. Pero se, que si miro tan sólo un instante a Paul o escucho una réplica de mi familia me echaría atrás y ellos sufrirían. Tras pensarlo durante un instante, cojí la mano de Daniel. Era fría y suave. Cerré los ojos y las lagrimas cayeron sobe mis mejillas.

Abrí los ojos y me encontraba en medio de la oscuridad. Miré hacia todos lados pero lo unico que veía era oscuridad. Notaba como aún tenía cogida al mano de Daniel y me solté con brusquedad.

-¿Dónde estamos? -dije asustada mientras movía mis manos intentando buscar alguna pared.

No recibí ninguna respuesta. ¿Dónde estaba? ¿Por qué de repente todo estaba oscuro? ¿Teletransporte? Creía que eso sólo existía en las peliculas. De repente un sonido chirriante retumbó en la sala donde nos encontramos y poco a poco una leve luz la iluminó.