viernes, 23 de mayo de 2014

Capítulo 6.

Corrí hasta donde estaban mis padres para tocarlos y comprobar que no era una alucinación mía.
Sus caras estaban tristes y preocupadas.
-¿Qué os ha pasado? ¿Estáis bien?
-Si tranquila hija, no te preocupes.- contesta mi madre.
-Estoy un poco confusa, ¿qué hacéis aquí?
-Paul.. Creía que se lo habías explicado.
Espera. ¿Paul? ¿Cómo sabe mi madre el nombre del chico que se ha resistido dos días a decirme su nombre?
Me giro para mirar a Paul.
-¿Que está pasando aquí? -chillo.
Paul se acerca y me toca para tranquilizarme.
-No me toques. ¿Qué esta pasando?
-Amelie, tranquila, te lo voy a explicar. Ayer tus padres fueron raptados por esas personas que te he contado, que no son como nosotros. Ellos saben quién soy, quienes son ellos. Saben lo que eres. Tu padre, tu madre e incluso tu hermana.
-¡Con que todo el mundo sabe todo, menos yo! Soy la que principalmente esta implicada en esto, y soy la única que no sabe nada.
No me lo podía creer. Seguramente era la causa de todo este problema, y ni siquiera se lo que soy.
-¿Y por qué trajeron hasta aquí a mis padres?
-Porque ellos creían que nadie conocía este sitio. Se equivocaron. Y ayer si no llega a ser porque llamaste a la policía, te podría haber pasado algo peor y....
Paul baja la cabeza y se da la vuelta. Pone sus manos alrededor de su nuca.
-¿Y?
-Por fin hubieran tenido lo que ellos querían.
Noté en los ojos de Paul la preocupación pero a la vez el alivio de que no me había pasado nada, estaba sana y salva.
-Pero por favor, mamá, papá, Claire, decidme quien soy.
-Amelie, no podemos decírtelo. Nos pueden estar oyendo.
-Claire, nunca nos hemos ocultado secretos. Sí... ¿quién? ¡QUIEN QUIERA QUE ESTES AHI! ¡¿PUEDES OIRNOS?! ¡¿QUÉ ES LO QUE QUIERES?!
Paul se acerca a mi y rodea mis hombros con sus brazos. Una calidez inunda mi cuerpo, pero también unas ganas de llorar. Comienzo a llorar y siento que no puedo parar. Mi mente está llena de información pero sin su definición. Es como darte un dulce y de repente quitártelo.
-Tranquila Amelie. Sabrás todo lo que quieres saber.
Me despego de él y voy hacia mis padres. En cierta parte, un rencor invade mi mente. Mi familia me ha estado engañando y ocultando qué soy verdaderamente.
Por fin mi madre decide pronunciar palabra.
-Solo lo hacíamos para protegerte.
-Ya claro.
Me doy la vuelta y salgo por la puerta. Solo quiero huir de ese sótano, huir de todo. Ojalá nunca hubiera sabido nada, ojala nunca hubiera visto ese accidente, ojala no hubiera conocido a ese profesor, ojala no hubiera llamado a los policías y me hubieran secuestrado.
Salgo corriendo hacia el pequeño lago que hay a lado de mi casa. Solo quiero desaparecer por un momento, una hora, una eternidad. Me siento a la orilla del lago. Siempre me ha gustado venir aquí. Es tranquilo, idílico y armonioso. Respiras aire puro y oyes como el agua se mueve de vez en cuando y los peces asoman su cabeza. Aquí no existe ningún tipo de problema.
Oigo pasos y me doy la vuelta.
-¿Qué?
-Solo venía a ver cómo estabas.
Me levanto y puedo apreciar como los leves rayos de sol hacen que sus ojos verdes se vean mas claros y diminutas mechas rubias de su pelo brillen.
-No quiero hablar con nadie.
-Voy a explicártelo todo Amelie.
Me lleva de nuevo a la orilla del lago y nos sentamos.
-Quiero saber todo.
-Los libros datan de la creación de la Tierra. El mundo estaba dividido en dos grandes grupos: los de los cielos, los puros y buenos y los del infierno, malvados y oscuros. Las personas pueden ser de los dos grupos, por eso nunca debes fiarte de nadie. Se dice que ha habido más de mil guerras entre los puros y los oscuros y que la victoria siempre se la llevan los oscuros. Los puros, a parte de personas también pueden ser ángeles y ninfas.
-Espera, esto parece más un cuento de fantasía. No me creo nada.
-No te lo creerás hasta que te lo enseñe, ¿puedo continuar?
-Claro.
-Los oscuros, a parte de personas malévolas, también pueden ser vampiros y todo ser monstruoso. Ellos viven en cuevas, en los túneles subterráneos y tuberías. No pueden ver la luz del Sol, tan solo un día cada siglo, cuando se produce el eclipse místico.
-Claro y ahora vendrá Damon Salvatore y me morderá la yugular.
-No es nada gracioso. Ellos mataron a mis padres. Ellos fueron los que tras cada victoria mataron a miles de personas puras.
-¿Tus padres?
-Sí Amelie, mis padres.
-Lo siento de verdad Paul, pero una última cosa, ¿qué es ser elemental?
-Elemental es que eres pura y oscura. Perteneces al cielo y al infierno. Eres la clave para los oscuros. Tú puedes romper la maldición y permitir que asciendan a la luz del Sol para siempre y convivan entre nosotros.
No podía respirar. Esto era como los libros que me leía mi madre de pequeña, llenos de fantasía y ficción.
-Paul... No... No se que decir. No...
-Tranquila, pienso enseñarte todo y protegerte con mi vida. Ellos no te tendrán, no permitiré que te toquen, te lo prometo.
Me miraba a los ojos mientras formulaba cada palabra y cada vez se me hacía mas difícil apartar la vista de sus ojos. Ahora mismo, no puedo asimilar tanta información. Por fin se lo que soy y esta rara historia de los puros y oscuros.
-¿Y tú qué eres?
-Mis padres eran protectores y yo soy protector. Los protectores cuidamos y protegemos a todo el mundo y les ayudamos en todo. Elegí ayudarte a ti, porque me llamaste la atención desde el primer momento hace dos años que te vi salir de tu casa.
-¿Dos años? ¿Me conoces desde hace dos años?
-Te vi salir de casa y ahora que por fin me conoces no puedo dejar de verte ni un solo día.
Paul se empieza a acercar a mi y mi respiración aumenta. Me toca la cara con su mano y yo le abrazo. Necesito esa sensación de calma que el me transmite con un sólo abrazo.
-¿Y qué tiene que ver las plumas que veo?
-Son nuestros símbolos. Solo pueden verlas los que tienen descendencia de protectores puros. Seguramente en tu árbol genealógico, alguien, fue protector.
-Eso explica que yo vea las plumas y Ann no las viera. Entonces, John, ¿es protector?
-Sí. Y ahora que sabes todo, ¿qué mas quieres?
-Verlo todo y terminar de creérmelo.
De repente oímos un ruido enorme y Paul y yo nos levantamos y vemos la silueta de un hombre vestido de negro y con la cara tan blanca como la nieve y unas grandes ojeras moradas.
-No te he contado, que los oscuros, tienen aliados que pertenecen a los puros y seguramente los que raptaron a tus padres. Se les llaman impuros y este tiene muy mala leche.
Paul se pone delante mía, cómo si fuera un escudo.
-¡Cuánto tiempo sin verte!
¿Se conocen? ¿Por qué se conocen?

martes, 20 de mayo de 2014

Capitulo 5.

En ese instante perdí la noción del tiempo y me perdí en sus ojos que la noche hacía aun mas misteriosos.
-¿Co.. cómo sabes mi..?
Su sonrisa desapareció y una cara de preocupación inundó sus facciones.
-No tengo mucho tiempo, solo quiero ayudarte. Se dónde está tu familia.
-¡¿CÓMO?! ¿Dónde están? ¿Están bien?
-No debes preocuparte pero si mantenerte alerta. De tu protección me encargo yo.
Mientras habla, observo sus perfectos labios que palabra a palabra se van moviendo con cierta perfección. Su nariz es pequeña y redonda y sus ojos son claros, verdes y profundos. Observo cada punto de su cara.
-¿Pero quien eres?
-Alguien bueno. No confíes en nadie. Todos quieren tenerte.
Quien quiere tener a una chica como yo. Que habla con extraños cada dos por tres y que ve cosas donde no las hay.
-¡Oh! ¿En serio? Otro loco como mi profesor. ¡Me vais a volver loca!
-Mierda... Le dije al dichoso John que mantuviera su boca cerrada. ¡Está loco contigo!
-¿Que.. que conoces al chiflado John, seguidor de la religión ''todos venimos de los elementos naturales''?
-Ja ja ja, esa es otra conversación que tenemos pendiente.
En ese momento la puerta de la casa de Ann se abre. Mi alterada amiga sale corriendo del umbral y me da un abrazo.
-¿Qué haces ahí Amelie?
-Ah nada sólo hablaba con... con un amigo. Mira este es...
No estaba. Se había ido, de repente. Como si nunca hubiera estado hablando conmigo. Como si nunca hubiera estado aquí. Como si no hubiera estado observando sus ojos verdes ni se hubiera reido.
-Amelie... empiezas a asustarme.
-Yo también me asusto de mi misma Ann, no te preocupes.
-Vamos dentro, mi madre ha hecho pizza para cenar.

Terminamos de cenar y nos subimos a su habitación.

-Ann, tengo que contarte algo.
-Dime Amelie.
-Creo que me estoy volviendo loca. Antes de salir a buscarme, estaba hablando con un chico que dice que sabe dónde están mis padres y que están bien y está tan loco como John.
-Espera espera, Amelie, cuando salí no había nadie.
-Porque se fue, desapareció.
-O sea que hablas con fantasmas, ¿no?
-¡No Ann! Por favor créeme, algo esta pasando. Todo está relacionado, las plumas, el chico sin nombre y el profesor chiflado. Por cierto, cuando por fin conseguí hablar con John me dijo que era especial y que era elemental.
-¿Qué es elemental?
-No lo se Ann, pero pronto lo sabré.
Ann está tan confusa como yo, pero se que todavía no se lo ha creído del todo. Es real, todo fue real. El accidente, el profesor, el chico, las plumas.
Hay una característica entre el chico y John, el profesor, y es que su belleza es extrema. Sus rasgos son casi perfectos y sus gestos limpios y claros.
Pero mi cabeza estaba llena de dudas. ¿Qué es ser elemental? ¿Dónde está mi familia? ¿Quién es ese chico que no me puedo sacar de la cabeza?

Nos dormimos y esta vez no tuve ninguna pesadilla ni sueño extraño.

-¡A desayunar!
Me despierto desorientada hasta que recuerdo el tormentoso día de ayer y que estoy en casa de Ann.
Ann ya se está vistiendo.
-Vamos marmotilla, que tienes que ducharte.
-Buenos días Ann, ¿dónde están las toallas?
-Segundo armario a la derec... *¡PUM!*
Ann se tropieza con el pantalón y se cae de culo.
-Ann no intentes hacer dos cosas a la vez, recuerda que eres retrasada.
Ann me tira un peluche de la cama a la cabeza.
-Dúchate estúpida.

Cojo la toalla, ropa limpia y me dirijo a la ducha. Me encanta el agua caliente. Me produce una felicidad cuando las gotas de agua hirviendo recorren mi cuerpo.
De repente oigo un ruido enorme.
-¿Ann? ¿Estas ahí?
No recibo respuesta. Termino de enjuagarme, cierro el agua y me tapo con la toalla.
Cuando voy a salir de la ducha me encuentro al chico de anoche, el chico que fue amable conmigo y que de repente desapareció.
-¡Eh! ¿Qué narices haces? ¡No ves que estoy sin vestir y recien salida de la ducha!
-Que pueda desaparecer no interviene en que tenga ojos y vea lo hermosa que estas recien salida de la ducha.
Mis mejillas se enrojecen y un calor me hinunda el cuerpo.
-Ajam, sí. ¿Qué haces aquí?
-Tenemos que irnos.
-¿A dónde?
-¿Quieres ver a tu familia? Te llevaré con ellos.
-¿En serio? Me visto enseguida y nos vamos. Pero... ¿que le digo a Ann? Tengo instituto.
-Dile que tienes que ir a comisaría. Que citaste una visita ayer.
-Vale, déjame que me vista.
Nos quedamos un minuto mirandonos a los ojos. La tensión aumentaba. Hoy iba con una camiseta de manga corta gris que marcaba perfectamente sus biceps cuando cruzaba sus brazos. Unos pantalones negros que le hacían esbelto. Su pelo estaba tan perfecto como siempre y su sonrisa inexplicable me cortaba la respiración.
-No necesito expectación para vestirme, ¿sabes?
-Pensaba que me dejarías... Vale, ya me voy.

Cuando terminé de arreglarme vi que había una nota encima de la cama.
-''Te espero en tu casa''
Bajé las escaleras en busca de Ann.
-Ann, que... Tengo que ir a comisaría a hablar con el policía que visitó mi casa ayer.
-¿No vas a clase?
-Que va, me ocupará toda la mañana. Ya sabes tengo que hablar muchas cosas y pedir muchas explicaciones.
Tal y como me dijo el chico sin nombre, no debería confiar en nadie pero no pude evitar contarselo ayer. Pero lo de hoy no lo debe saber nadie. Me cuesta mucho mentir a mi mejor amiga.
-Vale, ¿quieres que mi madre te lleve en coche?
-Esto... No no gracias voy andando y así me despejo.
-Cómo quieras, ¿quieres desayunar?
-No tengo hambre de verdad, voy con prisa, llego tarde. Adios Ann, te quiero.
Salí corriendo de la casa. Solo tengo que cruzar dos calles y estoy en mi casa. Cuando voy con prisa las calles se me hacen enormes.
Por fin llego a mi casa y ahí está. Me acercó y noto que él me observa. Me siento un poco incómoda, nadie nunca me había observado, siempre era la que pasaba desapercibido.
-¿Estas lista?
-Más que nunca.
Empieza a caminar y nos dirigimos hacia mi jardín. Nos situamos encima del arenero en el que mi hermana y yo jugabamos de pequeñas. El chico busca entre la arena y observo como levanta una tabla que oculta un botón.
-¿Qué es eso?
-Vi como ellos les metían aquí.
-¿Quienes?
-Los otros, los que no son cómo nosotros.
-Odio tanto misterio, pero, ¿quienes sois vosotros?
No contesta y odio recibir información sin explicación.
-¿Que quienes sois vosotros?
-¿Podrías aplazar las preguntas para más tarde?
Justo el arenero se desliza hasta dejar al descubierto unas escaleras grises y monótonas hacía una planta del subsuelo.
-Paso yo primero, podría ser peligroso.
Ese instinto protector que tenía conmigo la verdad que me hacía sentir bien.
Las escaleras eran diminutas y casi ni me cabían los pies. Justo cuando tan solo quedaban dos peldaños, pisé mal y resvale. Pero no noté el golpe contra el suelo, porque el chico sin nombre me cogió de la cintura. Nuestras caras estaban a tan solo cinco centímetros y notaba su respiración acelerada.
-Ten cuidado patosa Amelie.
-Todavía no me has dicho tu nombre.
-Me llamo Paul.
Oir su nombre procedente de su boca me produjo un escalofrío.
-Paul... Es muy bonito.
No contestó. Atravesamos cientos de pasillos que ni me imaginaba que exístían debajo de mi casa.
Nos paramos en una puerta gris. Paul la abrió.
-¡Mamá, papá, Claire!
Las lagrimas se apoderaron de mis ojos. Estaban a salvo.