miércoles, 9 de julio de 2014

Capitulo 12.

Los sueños son un reflejo de nuestro yo mas interno. Dicen que en cuanto cerramos los ojos, comenzamos a soñar y sólo recordamos una pequeña parte de ellos. Si alguien puede manipular nuestros sueños, es que ejerce un poder sobre nosotros, un poder fuerte.

Abrí los ojos, observé a mi alrededor. Estaba en medio de un terreno árido y caluroso. Las gotas de sudor caían sobre mi frente y un ardor deseoso de agua corría por mi garganta. Me levanté y me sentía cansada, como si hubiera estado andando todo el día. Conseguí erguirme y caminar lentamente mirando a mi alrededor.

-¿Donde estoy? -susurré.

Por lo que mi vista alcanzó, estaba sola. Ni una sola planta, ni persona, ni animal. Sola. Comencé a caminar mirando a mi alrededor, fatigada por los potentes rayos de sol que caían. Miraba al horizonte y lo único que veía era una larga línea infinita de arena,

-Esto es un sueño, despiértate -dije concienciándome de que lo que estaba sucediendo sólo era un sueño.

De repente una sombra negra apareció a pocos metros delante mía. Examiné su forma y era la de un hombre musculado y aparentemente mayor.

-Amelie -chilló con una voz que conocía.

-¿Papá?

Corrí hacia él, aliviada de que mi padre se encontraba en perfectas condiciones. Llegué hasta él y le di un abrazo lo más fuerte que pude. Realmente olía a su perfume, ese perfume que sólo se echaba los domingos cuando iba a por el periódico y nos traía dulces recién hechos. Su corazón latía muy deprisa. Me aparté para mirarle y vi como su cara había cambiado por completo, esa cara no era la de mi padre, ese hombre no era mi padre. Me aparté aún más y le lancé una mirada desafiante.

-¿Quien eres? Eras mi padre y de repente...-dije muy aturdida.

El hombre comenzó a reírse de forma terrorífica, con carcajadas sonoras y graves. Tenía el pelo negro como el carbón, los ojos marrones y su pelo dibujaba ondas perfectas. La camiseta gris que llevaba marcaba cada uno de sus músculos. Ese chico se convirtió en un instante de mi padre a un chico de veinte años.

-¿Quien eres? -repetí insistente lanzando una mirada aún mas desafiante.

Seguía sin contestar. Se limitaba a mirarme con una sonrisa ladina y los ojos bien abiertos. Me acerqué a él y le di un empujón, el cual no surgió ningún efecto en él. De repente una mano tocó mi hombre. Al girarme, el mismo chico se encontraba detrás mía, con una sonrisa mas amplia todavía. Dos chicos iguales me miraban con cara de asesinos en serie y confirmé que lo que estaba sucediendo era un sueño. Mas que un sueño, una pesadilla ya que mis pulsaciones comenzaron a acelerarse y me aparté de ellos caminando lo más rápido que pude. Alcé mis vista hacia detrás y habían desaparecido. De repente, no dos si no cinco personas con el mismo físico del anterior se situaban delante mía, sonrientes y asombrosamente iguales.

-¿Que queréis?- dije chillando.

Uno de ellos se acercó con una botella de agua en la mano. Observé la botella y como el agua se movía de un lado para otro mientras el chico caminaba irregularmente. Volví a mirar al chico.

-¿Tienes sed? ¿Notas esa punzante agonía y esa necesidad de una gota de agua? Toma esta botella, si la tomas y sacias tu sed, tendrás que huir del castillo y unirte a nosotros, los oscuros, si no la tomas, mataré a tus seres queridos.

Tragué la poca saliva que me quedaba y comencé a pensar. Estaba claro que no iba a unirme a ellos, son el enemigo, pero lo que menos quería en este mundo es que mi familia o Paul salieran heridos, o muertos... Observé la botella y luego pensé que era un sueño, las mínimas posibilidades de que eso fuera real me convencieron.

-No pienso beber, no lo haré -dije decidida cruzándome de brazos.

-Muy bien Amelie, es tu decisión.

De repente el chico que estaba delante mía miró hacia atrás y yo lo hice con él. Uno de los chicos, tenía atada a mi hermana amenazándola con un cuchillo. Corrí a por ella, con la sorpresa de que no me podía mover, mis pies no reaccionaban y no podía moverme. Veía como mi hermana lloraba y chillaba mi nombre y yo no podía moverme. Cerré los ojos y los chillidos cesaron. Abrí los ojos y mi hermana estaba en el suelo, muerta, con una herida en forma de círculo en su muslo.


-¡Eh! Amelie... tranquila.

La mano suave de Paul me despertó. Abrí los ojos, con el corazón acelerado y la respiración entrecortada.

-Ha sido un mal sueño -dije aún con el ceño fruncido.

Paul se tumbó y yo me tumbé con él, apoyándome en su pecho intentando relajarme. Me acariciaba el pelo mientras miraba hacia el techo y yo escuchaba el tranquilo latido de su corazón y comencé a relajarme.

-Estaba en una especie de desierto, no había nadie, hacía mucho calor y tenía una sed inaguantable. De repente un chico moreno y con ojos marrones se paró, luego dos iguales que él y luego cinco. Me ofrecieron agua a cambio de que me uniera a ellos, lo rechacé y mataron a mi hermana -dije entre sollozos.

Paul besó mi frente tranquilizándome.

-Es solo un sueño, pero, ¿ese hombre, era joven?-dijo Paul con un tono de interés.

-Sí, aparentaba veinte años al menos.

Me levanté y observé su cara de preocupación.

-¿Qué pasa Paul?

-Solo que tal y como me lo describes, creo que se quién es. Es de los oscuros, pero no es cualquier persona, es el hijo del rey de los oscuros Amelie. ¿Nunca habías visto a ese chico como para recordarle?

-No, nunca le vi -dije negando con la cabeza.

Paul se sentó en la cama y peinó su pelo con cara de preocupación. Suspiró y me miro con ternura.

-Es sólo un sueño, no te preocupes, ¿vale? -dijo acariciándome la cara.

-Vale, además, quiero ir a ver a mis padres.

-Claro, me encargué de decirles donde ibas a estar, pero te echarán de menos. -dijo sonriendo.

-Tengo que coger varias cosas.

Paul no respondió, cogió mi cara y me besó. Ese beso hizo que la pesadilla pasase a segundo plano. Nos volvimos a tumbar besándonos.

-Esta ha sido una noche genial Paul -dije sonriendo en sus labios.

-Tú eres genial -dijo besándome.

-Será mejor que me levante y me vista porque como siga así, no lo haré hasta que anochezca -dije sonriendo mientras me levantaba.

Paul me cogió del brazo y me volvió a tumbar.

-Sólo cinco minutos más -dijo besándome.

Tras una hora, salí de la cama y nos arreglamos para poder ir a ver a mis padres. Cuando estuve lista, salimos por la puerta hacia el exterior del castillo. Nos encontramos a Rick y nos informó de que Madelle estaba en perfectas condiciones y le agradecimos todo lo que hizo por nosotros. Salimos del castillo y una rosa blanca estaba junto a la silla en la que el elfo solía subirse.

-Cuando entraron, le mataron. -dije mirando a Paul un poco triste.

El asintió en silencio.

-Luego le traeremos una flor. -dijo echándole el último vistazo a la silla y comenzó a andar.

Le seguí y andamos durante media hora hasta llegar a la puerta. La pasamos y cruzamos el bosque hasta llegar a la calle donde estaba mi casa. Me encontré a unos cuantos vecinos preguntándome el por qué me había ausentado del barrio algunos días. Me limitaba a decir lo mismo a todos: ''Estuve de viaje con mi clase''. Cuando llegamos al umbral de mi casa, inspiré hondo y tomé la mano de Paul. Toqué dos veces el timbre.

-¡Amelie! -dijo mi madre, mientras abría la puerta y se abalanzaba sobre mi.

-Mama, ¿cómo estas? -dije mientras pasaba a casa.

-Hola Paul. Bien cariño, ¿y tú como estas? ¿Te ha pasado algo? -dijo mirándome de arriba abajo buscando cualquier rasguño.

-Oh no mamá, todo está muy tranquilo -dije mientras me inventaba cualquier respuesta que no fuera la verdadera.

-Se que ha sido todo de golpe Amelie pero...

-Ese sitio es precioso mamá, no te preocupes, todo va genial. -dije mientras miraba a Paul mostrando una sonrisa falsa.

-Oh ya entiendo -dijo mi madre mientras nos miraba y comenzó a reír.

-¿Y Claire y papá?

-Aquí -dijeron al unisono.

Corrí a abrazarles sonriendo. Me separé y les miré aliviada.

-Me alegro de que estéis bien -sonreí mientras suspiro.

-Bueno, yo tengo que hacer unas cuantas cosas, luego vendré a buscarte -dijo Paul mirándome.

-Oh claro. Adios Paul -dije mientras me acercaba y le daba un beso en la mejilla.

Salió de casa y los comentarios sobre si estaba con él o no empezaron a caer sobre mi. A todos respondía asintiendo y feliz, bueno, menos al comentario de si había tenido relaciones sexuales, a ese, dije que no.

-Tengo que contarte algo hermana -dijo Claire mientras me cogía de la mano y me subía por las escaleras.

Subí hasta su habitación desordenada y me senté en su silla de estudio. Comencé a mirar la mesa y vi que en su cuaderno de matemáticas tenía círculos dibujados. En mi sueño aparecían círculos.

-¿Qué es esto ? -dije señalando su cuaderno.

-Oh si, claro, si hoy hubieras venido a clase lo sabrías. -dijo sonriendo.

-Tenía cosas que hacer Claire, mañana si podré ir -dije suspirando.

-Pues, hay un alumno nuevo, y es mi compañero mira -dijo sacando su móvil del bolsillo y buscando algo.

-Nos hicimos una foto, es el de la derecha. Se reía con mis gracias y me escribió esos dibujos en el cuaderno. Es adorable. -dijo mi hermana mientras me tendía el móvil sonriendo.

Cogí el móvil temblorosa y observé que el chico de mi sueño, el chico que mató a mi hermana dentro de mi mente era el nuevo alumno del instituto, que precisamente se sentaba con mi hermana dibujándole los mismos círculos que vi en su muslo cuando cayó al suelo muerta.

-Claire, ese chico... No. He tenido un sueño sobre él, él, es de los otros Claire, es oscuro y he soñado con estos círculos, y él te mataba Claire. No quiero que te acerques a él. -dije casi sin oxígeno en mis pulmones.

-¿Cómo? No puede ser, él es amable. Amel, no, él me gusta, ¿vale? Es guapo y simpático y él no es oscuro.

Hice caso omiso a sus comentarios y saqué mi móvil para llamar a Paul. Tras cuatro pitidos, su dulce y masculina voz contestó.

-¿Que pasa Amelie?

-Ven, tengo un problema.

domingo, 6 de julio de 2014

Capitulo 11.

Mis ojos comenzaron a inundarse de lagrimas, pero no lagrimas de tristeza, lagrimas de odio.

-¿Que quieres ? -dije mirándole a los ojos, mostrando la mayor rabia posible.

El hombre, comenzó a acercarse a mi y yo retrocedía paso a paso.

-Mejor dicho Amelie, a quién quiero. -dijo señalándome con su dedo anular.

De repente, el hombre llamó a otra persona, con pasamontañas y vestido de negro que agarró a Madelle dejando al hombre sin pasamontañas libre. Comienzó a andar hacia mi y yo me quedé quieta, indicando que no le tengo miedo. Cada vez estaba mas cerca de mi y cuando estábamos a pocos centímetros, estampó su puño contra mi cara. El impulso hizo que me cayera al suelo y mi vista se nublara. Logré obtener fuerzas para darle una patada y dos puñetazos, uno en cada mejilla. Él agarró mis muñecas con bastante fuerza y consiguió darme otro puñetazo con una de sus manos.
Apreciaba los ahogados chillos de Paul que el pañuelo impedía que su voz retumbara. Miré hacia el techo pensando que tenía todo perdido, cuando en una de las vigas del techo estaba Rick. Cuando le ví abrí los ojos como platos e intenté soltar mis manos. Él me indicó que me callara y que esperara, aunque no creía que fuera a aguantar mucho más cuando el hombre me ofreció otro puñetazo haciendo que me sangrara la nariz. El hombre se levantó y giré mi cara hacia Paul.
Vi sus lagrimas y sus movimientos intentando soltarse y asentí diciéndole que todo estaba bien. Hasta en estos momentos y atado en una silla y con un pañuelo en la boca, Paul era la persona mas hermosa del mundo. Al verle sufrir y llorar, comencé a llorar, de estas veces que no sabes cuando pararás. Giré mi cabeza al techo y veo a Rick mirando como el hombre estaba de espaldas hablando con Madelle. Observé como Rick me hacia señas, indicándome que fuera a por Paul. Asentí, exhalé la mayor cantidad de aire que pude y me levanté decidida. Fui a por el hombre que tenía amordazado a Paul y le dí un puñetazo en la garganta. Este se tambaleó y se cayó dándome tiempo a soltar las cuerdas de Paul y quitarle el pañuelo.

-Tienes fuerza, ve a por él -dije mientras señalaba al hombre- Yo ayudaré a Rick.

-¿Estas bien? -dijo frunciendo el ceño.

-Ocúpate de él, yo estoy bien -dije mientras mostraba una sonrisa falsa pero tranquilizadora.

Observé como Paul fue directo al hombre y como su espalda se ponía cada vez más tensa. El hombre se dio la vuelta y se encontró con el puño de Paul. Me giré hacia el chico que había cogido a Paul y me puse encima de él, dándole un par de puñetazos y patadas más. Cuando terminé con el, miré hacia arriba asintiendo a Rick. Me dirigí hacía el lugar donde Paul, pegaba tan fuerte al hombre como podía. Sus movimientos eran bruscos y terribles. Observé con la rabia en que lo hacía y me daba  miedo. Cómo una persona como Paul dejaba ver su lado más horroroso y salvaje, propinando puñetazos como un borracho de bar, aunque realmente ese hombre se lo merecía. El hombre que tenía a Madelle intervino a la pelea, tal y como queríamos que ocurriera. Fui con Madelle para quitarle las cuerdas y por fin Rick bajó de un salto y se acercó al chico que tenía Madelle y le propinó otro puñetazo mientras cuidadosamente me dirigí al hombre.

-Ya Paul, para, lo hemos conseguido -dije mirándole de forma relajada y casi susurrando.

Paul seguía pegando a ese hombre mientras él se defendía como podía.

-Paul, ¡ya! -chillé de tal forma que retumbó en toda la sala y Paul paró.

Tiré del collar y lo guardé en mi bolsillo. Alcé la vista y vi al chico que pegué en el suelo, el hombre que tenía mi collar tumbado junto al otro chico y nosotros tres de pie alrededor de ellos.

-¿Quién eres? -dije mientras observaba las lagrimas del hombre y su respiración entrecortada luchando por que su corazón siguiera latiendo.

De repente Paul dio un paso y puso su pie en la cara del hombre.

-Es Kodal. El jefe de los oscuros aquí arriba. -dijo Paul todavía con el pie en la cara del hombre.

-¿Qué hacemos con él? -dije mirando a todos.

-Encerrarle, a los demás, matadlos. -dijo Madelle con tono de seguridad.

-Yo le llevaré a las mazmorras -dijo Rick cogiendo de la pierna a Kodal.

Me dirigí al uno de los chicos y cogí uno de los puñales que llevaba en su bolsillo. El chico aún se movía y con dificultad intentó detenerme, pero en esos instantes era más fuerte que él. Cogí el puñal y respiré hondo mentalizándome que casi mata a Paul y que no se merece vivir. Entonces noto la mano de Paul en mi cadera y un suspiro de valentía me hizo clavarle el puñal, acabando con sus últimos segundos de vida.
Me giré hacia Paul, tiré el puñal, me fundí entre sus brazos y me perdí en su olor a sudor, sangre y su aroma corporal. Comencé a llorar.

-Tranquila, del otro ya me he ocupado yo -susurró en mi oído.

Nos giramos al oír a Madelle toser y nos acercamos a ella.

-Madelle, ¿cómo te encuentras? -dije limpiando la sangre que tenía en su frente con mi camiseta.

-Sólo necesito descansar -dijo entre suspiros.

-Yo la acompañaré -dijo Rick apareciendo por la puerta limpiándose las manos y sonriendo.

Madelle asintió y observé como poco a poco a paso lento Rick y Madelle dejaban el salón y cerraban la puerta.
Miré a Paul y esté metió la mano en mi bolsillo para sacar el collar. Me di la vuelta y noté como sus dedos pasaban alrededor de mi cuello erizándome el bello y se me escapó una risa tonta. Me puso el collar y me giré hacia el.

-¿Qué tal si vamos a la habitación a ducharnos? Además, necesitamos descansar -dije mientras me limpiaba la sangre mi nariz.

-Claro, tienes un aspecto horrible -dijo mientras me limpiaba él la sangre de mi nariz y frente.

-¡Oye! Al menos podrías fingir -dije sonriendo. Al fin sonreía, y gracias a él.

De repente, su mano rozó mi mejilla y sus labios se posaron en mi frente.

-Sabes, que estas preciosa hasta con sangre en la nariz.

Cada palabra, cada gesto, me hacía sonreír y olvidar por un momento lo que había pasado. Paul cogió mi mano y me dirigió hacia nuestra habitación.
En cuanto llegué, cogí una toalla y ropa limpia y me metí en la ducha. Cuando terminé, salí y allí estaba Paul para ocupar mi puesto en la ducha.

-Esto es lo malo de una sola ducha Amelie -dijo mientras cogía una toalla.

-La próxima vez, dejo que te duches conmigo -dije riendo mientras doblaba la toalla.

-Veo que has recuperado tu sentido del humor.-dijo mientras se metía en el baño.

Comencé a reír, era una broma pero, ¿qué broma nunca tiene parte de verdad?
Pasé los diez minutos en los que Paul estaba en la ducha, ojeando libros de fábulas de la estantería.

-Está anocheciendo -dijo Paul mientras salía del baño.

-Qué rápido se ha pasado el día, ¿no crees? He matado a una persona, mirándola a los ojos, y tal vez no me arrepienta. Otro hombre, quería raptarme y llevarme con él, y, ¿sabes lo peor de todo? Que casi te matan por mi culpa, si hubiera ocurrido, yo no podría... -dije entre sollozos dejando el libro y andando de un lado para otro.

De repente Paul se acercó a mi y sostuvo mi cara entre sus manos.

-¿Pero sabes que? Que estoy aquí, vivo y todo gracias a ti. Has sabido ser fuerte y luchar por ti y por todos nosotros. ¿Y sabes lo mejor de todo? Que puedo hacer esto.

De repente, los labios de Paul se rozaron con los míos y nos fundimos en un deseado beso. Agarré su cuello y volví a besarle, una y otra vez. Me pegaba a él deseando que los escasos centímetros que nos separaban desapareciesen. Paso a paso, nos tumbamos en la cama. El acariciaba mi cuerpo con sus manos mientras nos besábamos y reíamos. Fundía mis manos en su pelo y sus besos cada vez tenían más pasión. Lo hacía con ternura y deseo a la vez y yo solo quería mirarle a los ojos, besarle cada centímetro de su cuerpo y abrazarle. Anocheció y amaneció y yo seguía enganchada a los labios de Paul.

miércoles, 2 de julio de 2014

Capitulo 10.


Observo por última vez a el hombre que yo misma he matado y aparto la vista con lagrimas en los ojos. Mi mente solo albergaba la imagen de cómo poco a poco le fui quitando la vida a ese hombre. Como poco a poco este maldito collar ha matado a una persona.

Miro a Paul y el viene hacia mi y me abraza. Siento sus músculos contra mis brazos y su boca en mi pelo.

-Tranquila - susurró Paul mientras me abrazaba.

Me separo y le miro a los ojos. Lo único que veo en sus verdes ojos es pena, pena por mi.

-No quiero esto, no quiero volver a hacerlo. Ni si quiera a una roca.

-Tranquila Amelie, te acabarás acostumbrando, son criminales. -dijo Rick de forma tranquila.

La rabia comenzó a inundarme. Y comencé a tener asco a esta situación.

-¡Cómo puedes decir que me acabaré acostumbrando a matar gente! ¡Son personas Rick, por mucho daño que hayan hecho no merecen morir! - dije chillando y llorando de la rabia.

Paul toca mi brazo de modo tranquilizador pero me aparto bruscamente.

-¡Déjame Paul! No quiero estar aquí, no quiero matar gente, no quiero salvar nada.

Cojo el collar y lo arranco de mi cuello. Se lo tiro a Paul y salgo corriendo de la sala. Me seco las lagrimas y cruzo el castillo hasta la salida. Oigo como Paul chilla mi nombre nervioso, pero prefiero no oír su voz ya que podría hacerme cambiar de opinión.

-¿Donde va señorita? -dijo el elfo que guardaba la puerta.

No le contesto, me limito a mirarle con cara enfadada, frunciendo el ceño y arrugando mis labios y él sin rechistar, abrió la puerta. Al menos, alguien que no me obligaba a nada.

Salgo por la puerta y me desvío por un camino. Notaba como poco a poco iba dejando atrás esa rabia y enfado. Comencé a adentrarme en el bosque. Miraba a mi alrededor, como desaparecía entre la maleza y el olor a hierba y hojas me tranquilizaba. Me encantaba el olor a bosque, a naturaleza. Supongo que no todo el mundo valora la naturaleza, pero si tan siquiera pisaran estos campos una vez, cambiarían de idea.
Mi cabeza seguía dándole vueltas a lo que había pasado hace media hora. Como maté a una persona y como Paul me miraba con pena, nunca le vi mirándome así. Tal vez, no me esté contando la verdad sobre lo que me espera, o tal vez, piense que soy demasiado débil. No quiero que nadie me mire con cara de pena, me haré fuerte.
Me paro y me siento en una piedra enorme. Siento que el único lugar donde soy feliz y estoy agusto es el campo y rodeada de tranquilidad. Me inundo en el silencio, pero de repente, unas pisadas me ponen alerta. Escucho con atención unos cuchicheos a lo lejos.

-''¿Estas seguro de que se fue de la fortaleza?''

-''Callate Louis. Confía en la bruja. Ella sabe lo que hace. Seguro que está por aquí y ahora cállate.''

Asimilo las palabras e intuyo que están hablando de mi. Salgo a hurtadillas del sitio donde estaba y me escondo detrás de un ancho árbol. Observo como un chico y una chica, vestidos de negro se acercan por el camino.

-''Como no la encontremos, el señor nos mata''

-''Prefiero estar muerto Alice.''

Lo que mi vista alcanzaba, la chica era pelirroja, alta y muy atractiva. No podría decir lo mismo del chico. Él era bajito y de pelo oscuro. Su cara era un poema, llena de preocupación y miedo. Observo como la chica le suelta un bofetada al oír su respuesta.

-''No seas idiota.''

Me pongo tensa al ver como pasan delante del árbol dónde estoy escondida. Cierro los ojos y tapo mi boca intentando que mi respiración no levante sospechas. El corazón se aceleraba cada vez más y me temblaban las piernas. Por fin, se alejaron. Me relajé y me senté intentando recobrar la tranquilidad.
Me levanté y comencé a seguirles caminando despacio y delicadamente. Quería ver de donde venían y que querían.
Pasamos el bosque, ellos a varios metros delante mía y yo detrás de ellos, escondiéndome cada vez que hacía algún ruido fuera de lo normal. Salimos del profundo bosque y se dirigieron a un bar situado en la carretera principal de la ciudad. Por su aspecto, era un bar de moteros.
La chica y el chico entraron, y tras diez minutos entro yo poniéndome la capucha que tenía mi sudadera. Entro y el ambiente era repugnante. Camareras con dos telas de ropa servían a clientes borrachos y malolientes. Me siento en la barra, a cuatro sillas de la chica y el chico.

-¿Que quieres preciosa? -me dijo el camarero.

-Una Coca-Cola -le dije con cara de asco ante el halago.

El camarero se retiró y pude girar la cabeza para observarles. Tomaban un cerveza cada uno y no mediaban palabra. Tomé mi Coca-Cola y un hombre se sentó al lado mía.

-Vaya vaya, una chica nueva en el bar. -dijo mirándome con cara de sorprendido.

El hombre llevaba barba y su aliento olía a whisky del malo.

-Si -dije sonriendo falsamente.

El hombre no paraba de mirarme y observar todos mis movimientos. De repente, veo como se acerca a la chica, que se encontraba cabizbaja. Le susurra algo al oído e inmediatamente levanta la cabeza alarmada.

-¿Donde? -chilla ella.

Mi corazón se aceleró y decidí que era hora de marcharme. Dejé el dinero en la barra y salí corriendo del bar. Cierro la puerta y comienzo a andar deprisa hacia el bosque. Me giro y veo como la chica sale del bar justo después y me mira asombrada.

-¡Eh, tú, ven aquí! -comenzó a chillar ella mientras corría hacia mi.

Comencé a correr primero lento y luego rápidamente. Saltaba y esquivaba rocas y ramas. Mi corazón se aceleraba y cada vez me pesaban más las piernas. Una sensación de adrenalina inundó mi cuerpo y me hacía correr más rápido. Llegué hasta el lugar donde, según yo sabía, estaba la fortaleza, pero no la veía por ningún lado. Me giré y vi que la chica corría con aspecto cansado a pocos metros de mi. Entonces pensé que el único lugar por donde se puede entrar es por la puerta, una vez que sales, todo desaparece a tus espaldas. Recordé que la puerta estaba cerca y eché a correr. Miré para atrás y la chica seguía allí, aunque en ese despiste, una roca se interpuso en mi camino y me caí rompiéndome el pantalón y cayéndome de boca. Me toqué la frente y estaba llena de sangre.
Hice caso omiso y seguí corriendo, pero con un leve escozor en la rodilla.
Por fin, llegué al árbol que Paul me enseñó e hice lo mismo que hizo él. Puse mis dedos en la boca y silvé tan fuerte como pude. Un pequeño temblor hizo aparecer la puerta y la atravesé corriendo cerrando la puerta a mi paso. Corrí pasando la hilera de casas de madera y el camino de flores hasta la fortaleza. La puerta estaba abierta. Me acerqué y vi unas flechas en el suelo. Atravesé corriendo la puerta pero un cuerpo en el suelo me asustó.

-Oh no.

Era el elfo que vigilaba la puerta. Su pequeño pecho estaba lleno de sangre y sus ojos abiertos. Puse la mano en sus ojos para cerrarlos y me levanté furiosa. Comencé a correr hacia la sala principal. Abrí y la puerta y una sensación de miedo me inundó.

-¡Paul!

Paul, atado a una silla y con un hombre, vestido de negro y con un pasamontañas  que le amenazaba con un chuchillo. Corrí hacia él pero un hombre igual vestido que el que amenazaba a Paul se interpouso en mi camino.

-¿Que está pasando? -dije con cara furiosa y cerrando los puños.

Cuando el chico iba a contestar un hombre, esta vez sin pasamontañas sale de una puerta agarrando a Madelle con un brazo y con otro sostenía un cuchillo.

-Buenas Amelie, ya era hora de conocernos -dijo con todo amable.

Me acerco a él llena de rabia.

-Suelta a Madelle ahora mismo -dije mirándole a los ojos y con un tono enfadado.

-¿O que? -dije mientras suelta una carcajada.

-O tendré que matarte. -dije desafiante y con voz segura. La voz de una chica que está dispuesta a matarle si es necesario.

Me giro y veo a Paul sufriendo y cada vez, la rabia era mayor. Veo como Madelle, con la boca tapada asiente y noto en sus ojos una chispa de confianza. Miro al hombre con enfado, pero el collar que lleva hace que una gota de sudor baje por mi frente. Él, el hombre que amenaza a Madelle tiene mi collar, el que me da el poder para matarlo, pero sin él, estoy perdida.