sábado, 21 de junio de 2014

Capitulo 9.

Asimilé las palabras en mi mente. Madelle quiere que destruyamos a los oscuros y así conseguir que la paz reine aquí.
Miro a Paul. El me mira y yo asiento.

-Lo haré. Lucharemos hasta que los oscuros desaparezcan.

Madelle sonríe y yo lo hago con ella.

-Perfecto. Mis ayudante te enseñarán cómo desarrollar todo ese poder que tienes dentro. Amelie, confía en ti misma, eres mas fuerte de lo que te puedes imaginar.

Nunca he sentido que tuviera un poder dentro de mi, pero si Madelle lo cree y me pueden ayudar, creo que podré ayudar.

-¿Qué poderes tengo exactamente?

Miro a Madelle y ella hace un gesto llamando a uno de sus ayudantes.

-¡Rick! Ven.

Un muchacho rubio de ojos azules se acerca. Lleva un traje hecho con hojas y flores. En su pelo tiene una tiara de flores, que al oir el sonido que produce el chico son las flores musicales del sendero.

-Necesito que enseñes técnicas a Amelie. Ya sabes para qué.

-Claro Madelle. Aunque primero debería descansar. Tiene mala pinta y debe de estar completamente descansada.

- La verdad es que estoy bastante cansada.

-No hay problema Amelie, Rick os acompañará a los dos a vuestras habitaciones. La verdad es que se está haciendo bastante tarde.

Miro a Paul y él sonríe. Sus ojos alegres me indican que todo va bien y que siga adelante con esto.

-Chicos, por aquí. ¿Habitaciones separadas o en la misma?

Miro a Paul confundida. ¿En la misma habitación? Mi mente decía que separadas pero un deseo dentro de mi quería que durmiésemos en la misma habitación.

-Mm... ¿Paul? Tu decides.

-Rick, creo que dormiremos en la misma.

Mi corazón se paró. Paul quería dormir en la misma habitación conmigo. Una brisa cálida y reconfortante inunda mi cuerpo. Miro a Paul y le sonrio.
Recorremos los largos y coloridos pasillos y llegamos a la habitación. La puerta era enorme y decorada con flores pintadas en color dorado. Rick abre la puerta y la habitación es bastante pequeña en cuanto a la dimensión de la puerta. Sólo hay un sillón marrón, un escritorio con un jarrón lleno de flores y una cama.

-¿Una cama?-digo asombrada.

Paul comienza a reír y yo le miro timida.

-Chicos, una habitación para dos tiene que tener solo una cama, ya sabeis.

Comienza a guiñar el ojo y todos empezamos a reir. Rick comienza a dirigirse a la puerta.

-Hasta mañana chicos.

Rick cierra la puerta y todo se queda en silencio. Comienzo a andar por la habitación. Es muy colorida y huele a flores recién cortadas y lluvia. El cabecero de la cama es de roble y las sabanas son blancas. Encima de la cama hay un cuadro de un paisaje muy idílico. Me acerco al escritorio y veo que hay una carta encima. La cojo y leo en alto.

-''Disfruten de su estancia y recuerden mirar al techo cuando duerman''

Miro a Paul y él realiza la misma pregunta que pienso yo.

-¿Al techo?

-Durmamos y lo sabremos. Creo que voy al baño para asearme e irme a la cama.

Paul me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. Cuando él me hace cualquiero muestra de afecto, se me eriza el bello de los brazos.

Todo el baño está recubierto de madera y las toallas son rosas con los bordes dorados. Al lado del baño, unos jabones en forma de hoja desprendían un olor agradable.
Me aseo y salgo por la puerta. Veo a Paul tumbado en la cama leyendo uno de los libros que estaban encima de la mesilla de noche. Voy hacia la cama y me tumbo.

-¿Qué lees?

-Un cuento que estaba aquí encima, pero es aburrido.

-Creo que es hora de dormir.

Paul se gira para mirarme y yo hago lo mismo. La leve luz de las lámparas de mesilla me deja ver sus preciosos ojos y las sombras que hace la luz en su cara.

-Eres muy valiente Amelie. Yo no habría aceptado así porque sí.

-Esa mujer me da buenas sensaciones, como tú.

Paul sonríe y cuando el sonríe todo se para. El mundo se congela y se vuelve negro, y es su sonrisa la que alumbra todo. Sus dientes son blancos y perfectamente alineados, bordeados con sus labios carnosos.

-Buenas noches Paul.

-Buenas noches Amelie.

Apago las luces y me tumbo boca arriba. Entonces, en ese momento, entiendo la nota que estaba en el escritorio. Pequeñas pero numerosas luces colgaban del techo alumbrando toda la habitación. Era un ambiente de ensueño. Miro a Paul y él está mirando el techo asombrado.

-Ahora entiendo la nota.

-Paul, gracias por todo.

De repente se gira y me toca la cara con dulzura.

-Te protegeré con mi vida ¿recuerdas?

Cierro los ojos y sólo me centro en la calidez de su mano sobre mi cara. De repente me acomodo en su pecho para dormir y tras varios minutos observando las lucecitas, me quedo dormida.

Dicen que no hay mejor despertar que el canto de los pájaros al amanecer.
Abro los ojos. La ráfaga de luz que entra por la ventana y los pájaros me despiertan.
Paul está sentado en el sillón observando por la ventana.

-Dile a esos malditos pájaros que se callen.

-Buenos días, veo que tienes buen despertar.

-Demasiado. Tenemos que prepararnos, Rick no tardará en venir. Aunque aquí, se está tan bien.

Me acurruco entre las almohadas y me estiro. De repente, Paul se tumba encima mia.

-Dios,me vas a aplastar Paul.

Comenzamos a reír y me doy la vuelta para encontrarme cara a cara con él.

-Estas preciosa por las mañanas.

Sonrío y le doy un abrazo. Me quedaría así con él para siempre.

-Vamos pequeña, si no quieres llegar tarde.


Al cabo de quince minutos, Paul y yo nos arreglamos y salimos por la puerta. Llegamos al salón dónde se localiza Madelle.

-Buenos días chicos. ¿Preparados?

Sonrío para mostrar seguridad. Estaba entusiasmada y con ganas de demostrar a todos el poder que tengo. De repente Rick se acerca.

-Vamos chicos. Empezaremos aquí.

Rick mete su mano en el bolsillo y saca un collar. El collar tiene una piedra azul en forma de cubo rodeada de un cordón dorado formando nudos.

-Toma Amelie. Este va a ser el objeto que desarrollará tu poder y te ayudará a hacerte cada vez más fuerte. Cuanto mas practiques y aprendas más poderoso será ese collar. En todo lo que hagas, el collar te ayudará.

-Es precioso.

Lo cojo e intento ponérmelo.

-Trae Amelie, te lo pondré yo.

Coge el amuleto Paul y me lo pone delicadamente alrededor de mi cuello. Me giro y le miro para darle las gracias.

-Estoy preparada.

De repente un grupo de enanos, coge una figura costosamente y la pone delante mía.

-Empezaremos con algo sencillo. Tienes enfrente una figura humana hecha de piedra. Tienes que concentrarte y mirarla fijamente. Tan sólo tienes que imaginar en tu mente como la figura se rompe en mil pedacitos y el collar te ayudará.

Me concentro en la figura y me imagino con su cabeza se desploma y como sus brazos caen.
Tras cinco minutos no consigo nada.

-No puedo Rick.

-Sí, sí puedes. Concéntrate.

Me vuelvo a concentrar y cojo el collar con las dos manos y miro fijamente en la figura. De repente, unas grietas comienzan a salir desde los pies, recorriendo toda la figura hasta la cara.

-Ya casi lo tienes Amelie.

Agarro el collar con fuerza y me concentro lo mejor posible. De repente, la imagen que tenía en mi cabeza sucede con la figura. Su cabeza se desploma produciendo un enrome ruido y los brazos se caen separándose del cuerpo.
Miro a Paul y luego a Rick.

-Lo hice. Lo he conseguido.

Sonrío y me acerco a ver la figura. La he roto por completo. Me asombra ver que eso, lo he hecho yo. Yo he roto esta figura y yo tengo el poder para hacerlo.

-Muy bien Amelie, ahora, te lo pondré un poco más difícil.

Rick hace un gesto, llamando a unos guardias situados delante de una puerta con rejas negras. De repente, las rejas se abren y sale un hombre sucio y con mala cara. Tiene el pelo alborotado y sólo viste con un saco. Le miro y el me mira con ira y desprecio.

-¿Quien es Rick?

-Un preso, ha participado con los oscuros y hace cincuenta años, mató a mas de mil personas aquí. Ahora, pagará por todo lo que ha hecho. Amelie, tienes que hacerle lo mismo que le has hecho a la figura.

De repente, mi cara se vuelve blanca y noto como una punzada en mi tripa me azota. No puedo matar a una persona, aunque hubiera hecho lo más terrible del mundo.
Me acerco a Paul y le abrazo.

-No puedo hacerlo, no puedo matarle.

-Amelie, cuando te enfrentes a ellos, tendremos que hacerlo, pero no con uno, con miles. Eres fuerte, piensa en las familias que ha destruido, en todo lo que ha causado y lo más importante, que se ha aliado con el enemigo.

Le miro, y en sus ojos encuentro mi alivio. Me giro y miro al preso. Veo en sus ojos, la mente de un asesino, de una persona sin piedad, de alguien oscuro.

-Lo haré.

Me pongo delante de el, agarro mi collar y repito en mi mente la imagen de la figura de piedra, pero sustituyéndola por la de un hombre de verdad. Comienzo a concentrarme en la imagen y apretando con fuerza el amuleto. Los chillos del hombre retumban por toda la sala y me desconcentran. Veo como sus brazos comienzan a ponerse morados y sus ojos desprenden lagrimas de sangre. Se arrodilla y cae rendido por el dolor. Me concentro en que su corazón deje de latir, y lo consigo. El hombre ya no chilla, ni se retuerce. Está muerto. Unas lagrimas inundan mis ojos y no me dejan ver. He matado a una persona y me siento como una asesina.

sábado, 14 de junio de 2014

Capítulo 8.

Seguí observando la foto durante cinco minutos. Mi padre posaba sonriente y cariñoso con la anciana que acabo de conocer, Carrie. Todo se convirtió en un silencio sepulcral hasta que Carrie habló.

-Tu padre es una excelente persona. Nos ha ayudado mucho a todos nosotros. Es una persona buena, amable y muy conocido aquí. Tienes suerte de tenerlo como padre.

Unas pequeñas lagrimas se escaparon de mis ojos. Me emociona oír eso de mi padre.

-Me honra escuchar eso de mi padre. Todavía no me puedo imaginar a mi padre entre hadas y seres fantásticos que viven tras un árbol. ¿Puedo preguntar exactamente en qué ayudó mi padre?

-Nos ayudó a la construcción de las casas y en los cultivos. Sinceramente le estamos muy agradecidos.

De repente Paul me acarició el brazo y me dirigió levemente hacia la puerta.

-Bueno Carrie, nos tenemos que ir. Quiero enseñarle más cosas.

Pero en mi cabeza todavía tenía una duda, ¿mi padre era un ser sobrenatural o tan sólo un humano que sabe de la existencia de este lugar?

-Perdone Carrie pero tengo la última pregunta, ¿mi padre qué clase de criatura es?

-Tu padre pertenece al árbol genealógico de los llamados elementales. Toda tu familia tiene el gen de ser elemental, pero sólo tu, tienes las características completas. Sólo tu sirves para romper la maldición a los oscuros y sólo tu nos salvas de esa desgracia. Este suceso sólo ocurre tras muchas generaciones de elementales. El hecho de tener un árbol genealógico de elementales hace que tu padre pueda ver todo esto, un mundo al margen de la sociedad que ahí fuera se vive.

- ¿Y mi hermana?

-Tu hermana, al igual que tu contenéis el árbol genealógico de tu padre. Aunque ella tenga el gen, no lo contiene completo. Ella puede ver todo esto. Por otra parte y antes de que preguntes, tu madre, no procede del árbol genealógico por lo que no puede ver nada de esto.

-¡Fascinante!

La efusividad con la que Carrie me contaba toda la historia, hacia que cada vez mi mente quisiera saber cada vez más. Me giré para observar a Paul y vi como el me llevaba observando desde hace bastante tiempo.

-Es simplemente increíble... Paul, quiero ver todo lo que esconde este lugar.

Paul y yo nos dirigimos hacia la puerta.

-Hasta otra Carrie, ha sido un placer.

Paul y yo salimos. Todo estaba lleno de luz y colores vivos. Parecía un escenario sacado de un cuento de fantasía. Cuando ya estamos fuera de la casa, Paul se pone enfrente mía, cerca, tan cerca que puedo oler su aliento.

-Espero que tanta información no te estrese ni te preocupe. Si no quieres hacer esto, lo entenderé y podemos ir a casa.

-Tranquilo. Este mundo me parece fascinante e increíble. Y tengo muchas ganas de saber muchas más cosas y descubrir todo lo que sea posible.

Acaricio con dulzura la cara de Paul, indicándole que todo está bien.

-Gracias Paul.

Paul me responde con una sonrisa. Cuando le veo sonreír, un sentimiento en la tripa aflora.

-Toda sociedad, fantástica o no, tiene alguien que pone orden. Nosotros tenemos a una persona, que nos dirige y es la Presidenta Madelle. Ella dicta las normas que debemos de seguir. Es muy seria pero seguro que se alegrará de verte.

-Voy a tener que realizar una lista de las personas que conozco.

Paul y yo nos dirigimos por un camino que está justo al lado de la casa de la anciana Carrie.
Es un camino lleno de baldosas blancas y macetas con flores de distintos tamaños y colores. Paul se detiene en seco.

-Para. Escucha detenidamente.

Paré, y puse toda mi atención a lo que Paul quisiera que escuchase. De repente, oigo una leve melodía, como si fuesen campanitas.

-Que sonido más bonito. ¿De donde proviene?

-Son flores musicales. La brisa del viento hacen que sus pequeños pétalos desprendan notas musicales. Cuando hace viento, todo el mundo viene aquí para escucharla.

Nos acercamos a observarlas mas de cerca.

-¿Cuál es tu color preferido Amelie?

-El morado. ¿Por qué?

De repente, Paul arranca una flor morada.

-Toma, para  cuando quieras escucharlas. Solo tienes que soplar.

Noté como mis mejillas se ponían cada vez más cálidas. Nunca nadie me había regalado una flor, y menos una que realizaba melodías. Me acerqué a Paul y le di un beso en la mejilla.

-Muchas gracias.

-Sigamos caminando.

Seguimos el sendero de baldosas y flores musicales. De vez en cuando, Paul bailaba al son de las melodías, para hacerme reír. Notaba que Paul se relajaba más y entablábamos mucha mas conversación. Ya no estaba rígido y alerta en todo momento. Notaba, que él aquí, era más feliz y tranquilo.

Cuando el sendero acabó, alcé la vista al frente y justo enfrente mía, había un castillo. Un castillo de color marrón, lleno de enredaderas verdes y una gran puerta. Era cómo los castillos de la época medieval, te hacían sentir diminuta.

Paul y yo nos acercamos a la puerta. Paul llamó y en una pequeña ventana situada una cabeza más alta que nosotros se abre. Se deja ver un ser, con la cara arrugada y la nariz muy grande.

-Vaya Paul, parece que tenemos vista.

Su voz temblaba y era la voz de una persona anciana, pero su cara me decía lo contrario.

-Abranos.

De repente, la majestuosa puerta se abre dejando un ruido estruendoso. Al abrirse vemos como el hombre que nos ha abierto la puerta, baja de una escalera y una vez abajo no me supera la altura de la cadera. Me quedo mirándole sorprendida.

-¿Qué mira señorita? Soy un elfo, nada extraño.

-Para nada.

Pasamos al elfo y nos dirigimos al interior del castillo. Dentro todo es diferente. Las paredes son coloridas, con azulejos de distintos colores. No hay muebles, solo un largo pasillo hasta otra puerta, esta más pequeña y de color azul. Llegamos hasta la puerta y Paul la abre.
Al abrirla, vemos una sala tan grande que mi vista no puede verla entera. Lo primero que me llama la atención es que los muebles están recubiertos de flores y del techo cuelgan hilos llenos de luces blancas. Está todo lleno de pequeñas hadas revoloteando de acá para allá. Hay también, un grupo de elfos con bandejas llenas de vasos y teteras. Llevan trajes de camarero hechos a su medida, claro.

-Os estábamos esperando.

Una voz potente proviene del medio de la sala. Hay un trono, tan grande que toca el techo y está recubierto de rosas. A ambos lados, tiene unas jaulas de unos pájaros iguales a los de Carrie.
Nos vamos acercando y puedo ver como una mujer. Nos situamos enfrente de ella y puedo observar su gran sombrero morado con bordes dorados, su cara con rayas negras en la frente y en la barbilla y un traje morado con bordes dorados también, aunque esta vez recubierto de flores. Su pelo es negro y con unos rizos perfectos.

-Buenas, ¿Amelie cierto?

-Si-si señora, soy Amelie.

-Muy bien, soy la reina del mundo de los puros. Supongo que Paul te lo ha contado.

-Sí, me ha explicado todo eso.

-Perdón Madelle, me gustaría que le explicaras lo de los elementos, si es posible.

Los elementos... Eso fue lo que dijo John, que proveníamos de los elementos. En ese momento no me creía nada y solo pensaba que era uno de estos hombres que hacen programas de tarots por las noches, pero ahora, todo esto me hace replanteármelo.

-Claro. Amelie, tengo que explicarte que dentro del mundo, hay cuatro divisiones: el agua, el viento, la tierra y el fuego. El mundo de los puros sólo tiene tres: el agua, el viento y la tierra. El fuego pertenece a los oscuros. Cada vez que nace una persona se le atribuye una cualidad, si es una persona del agua, del viento o de la tierra. Yo, soy de la tierra. Mis cualidades son la obsesión por todo lo relacionado  con la tierra como las flores, arboles o hierba. Paul, procede del viento, de ahí que sea un ángel protector. Su especialidad y su obsesión son los pájaros o el cielo y sus constelaciones.

-¿Y yo de donde provengo?

-Al ser elemental, adquieres el poder del agua, del viento, de la tierra pero también la del fuego.

-Mi profesor de biología, me contó toda esta historia de los cuatro elementos.

-¡Alocado John! El procede también de la tierra.

Todavía necesitaba asimilar esta información. Es totalmente distinto a toda ideología del mundo que tenía. Nunca me hubiera imaginado que estaría delante de la reina de un mundo paralelo del cual tengo que ser responsable de que no caiga en la catástrofe. Pero mi duda era, ¿realmente cual es mi función una vez aquí?

-Pero una vez aquí Madelle, ¿cuál es mi función?

-Después de muchos años de guerras y miedo, hemos llegado a la conclusión de que con el poder de todos nosotros y el tuyo podemos destruir el otro sector, el sector oscuro, para siempre.

miércoles, 11 de junio de 2014

Capitulo 7.

-Paul creía que desde la última vez que te rompí los dientes aprenderías la lección.
-Que yo sepa no estoy haciendo nada.
Desde atrás podía ver como los músculos de Paul se ponían cada vez más rígidos.
-¿Quién es esa? -pregunta.
Doy un paso adelante y me pongo delante de Paul.
-Soy Amelie.
Paul se pone a mi altura y noto el sudor y la humedad que sale por sus poros.
-¿Qué quieres Andrew?
-Sólo me daba una vuelta por la naturaleza, ya sabes todo ese rollo de que te relaja y te crea un ambiente de paz. Hoy ha sido un día muy movido, que si raptar chicas guapas por aquí que si matar a todo que se ponga en mi camino por allá... ya sabes, mucho ajetreo.
Sabía a lo que se refería. Iba a secuestrarme para llevarme hasta los oscuros y una vez allí usarme para romper la maldición. Un escalofrío inundó mi cuerpo y un sentimiento de miedo brotó en mi interior.
-No harás nada si no es por encima de mi cadáver.
-¡Y a quien no le gusta un poco de sangre!
-No te la llevarás. ¡No os vais a salir con la vuestra!
De repente Andrew corre hacia nosotros. Paul me aparta de un empujón y me caigo. Paul y Andrew empiezan una pelea de la que no quería ser testigo. Andrew intentaba darle puñetazos pero Paul siempre los paraba. Hasta que desfortunadamente un puñetazo le golpeó en la nariz. Observo a mi alrededor y encontré ubastante grande como para causar un mínimo daño. Lo cojo y golpeo a Andrew con todas mis fuerzas y rabia. Consigo darle pero solo hago que se tambalee lo que permitió a Paul levantarse y embestirlo por detrás. Andrew se da la vuelta y se encuentra de cara con Paul.
-¿A dónde te crees que vas?
De repente Andrew se saca algo del bolsillo y se dirige hacia mi. Noto una punzada en mi estómago y entre el dolor veo como Andrew se aleja corriendo, corriendo muy rápido.
-Amelie, ¿estas bien?
-No lo se.
Miro hacia bajo y veo como mi camiseta se ha manchado un rojo intenso. De repente, noto que voy perdiendo el conocimiento.


-Es solo un corte. No es muy profundo pero si hay que curarlo con cuidado.
-Pero, ¿no ha llegado ha ningún órgano verdad?
-No, sólo la tendremos aquí esta noche.
De repente abro los ojos y veo a una enfermera y a mi madre a ambos lados de la cama del hospital. La enfermera es rubia, con ojos azules y con unos mofletes tan marcados que parecen irreales. Mi madre, con cara preocupada, me toca levemente la frente.
-¡Estoy bien mamá!
De repente llaman a la puerta. Veo a un chico con pelo despeinado y camiseta muy ceñida, Paul.
-¿Me permiten hablar con ella un momentito?
-Claro, ya hemos terminado por ahora.
La enfermera y mi madre se van. La verdad es que me da vergüenza estar a solas con él, pero a la vez, hay momentos que necesito estar con él sin nadie a nuestro alrededor.
-¿Cómo estas? Me siento tan culpable. Te ha pasado eso por mi culpa y...
-Escuchame, no ha sido por culpa de nadie. Ha pasado y ya está. Y no te preocupes porque estoy bien.
Paul se acerca y me da un beso en la frente. De repente todos mis músculos se relajan. Le cojo de la nuca y le miro a los ojos. La luz del hospital no es muy buena, pero consigo ver sus ojos verdes con pequeñas partes azules. Podía verme en ellos. Eran profundos y misteriosos.
-Todo bien.
-Vale.

A las diez de la mañana por fin estaba en mi casa. Mi padre y mi hermana vinieron a recogernos y fuimos para casa.
-¿Quieres algo de comer hija?
-No gracias, no tengo apetito.
De repente mi hermana pasa por el salón.
 -Claire, ¿podemos hablar un momento?
-Claro te espero en la habitación.

Subo a la habitación decidida a buscar explicaciones.
-¿Por qué tú y nuestros padres sabíais esto y no me lo contasteis?
-Amelie tienes que entender que solo queríamos protegerte, por nada del mundo queremos perderte.
-Pe... pero, ¿cuándo lo supiste?
-Hace cinco años mis padres me explicaron todo y prometí no decirte nada. El hecho de que seamos iguales físicamente me ha hecho tener varios problemas con los oscuros.
No podía creer que mi dulce y extravagante hermana supiera todo eso. De repente un ruido en la ventana de mi habitación nos asusta. Corro hacia ella y la abro.
-Hola chicas. En serio, sois increíblemente iguales.
-Perdona, pero yo soy mucho mas guapa.
-¿Desde cuándo te llevas tan bien con mi hermana?
Nadie contesta a mi pregunta. Paul solo se dedica a saltar por la ventana y entrar en mi habitación.
-Bueno, me voy, os dejo solos para que...
Mi estúpida hermana empieza a hacer gestos amorosos. Nos reimos. Nunca había oído su risa. Es preciosa.
-¿Quieres ver una cosa?
-¿El qué?
De repente Paul me coge por las piernas y me acompaña hasta la ventana.
-¿Pretendes que saltemos?
-Ayúdate del árbol.
Tras un gran esfuerzo consigo bajar. Paul lo hace sin pestañear.
-Si que eres ágil.
Paul se ríe y empieza a caminar.
Caminamos durante aproximadamente media hora y llegamos hasta el bosque que está a las afueras. Las flores inundan los campos y lo llenan de color. Tropiezo con algunas raices del suelo aunque intento mantener el equilibrio. La hierba es tan alta que puede tocarme la cintura. Todo está en silencio excepto el canto de los pájaros y nuestra respiración fuerte y agitada. Todo me inunda en un estado de relajación. Todo lo que me rodea transmite que todo está bien.
De repente Paul se para delante de un árbol.
-¿Por qué nos paramos?
-Hemos llegado a nuestro destino.
-¿Un árbol?
-No es sólo un árbol.
De repente, Paul da un silbido tan fuerte que me pitan los oídos.
De repente el árbol se parte en dos y deja ver una puerta roja, con el pomo verde.
-¿Pe... pero cómo?
-Entra.
Me deja abrir la puerta, y en cuanto la abro no puedo creer nada. Una gran fila de casas de madera. Impaciente voy andando entre las casas. Son preciosas, con porches y arbustos con flores. Miro hacia mi alrededor y todo es muy colorido y lleno de vida. Veo como pequeños niños juegan y a través de las ventanas, mujeres, hombres, actuando con normalidad. Como si fuera un pueblo normal.
-Son... ¿normales?
-Para nada. Entremos aquí.
Nos dirigimos a una casa. Su porche está lleno de plantas, que por el olor deben de ser aromáticas.
-Carrie, ¿se puede?
Entramos y veo a una mujer aparentemente normal.
-¿Quien es? -le digo antes de entrar.
-Una de las personas más ancianas de aquí. Como ves es especial.
Paul señala sus orejas, refiriéndose a las de la mujer. No me había dado cuenta pero la mujer tenía las orejas puntiagudas.
-Increíble.
Entramos a la casa. La casa huele a hierba y a campo mojado.
-Esta es Amelie.
-Encantada señora.
Carrie es anciana. Tiene el pelo gris recogido en un moño, que parece perfecto. Es baja y con la espalda encorvada.
-¡Me alegra conocerte por fin! ¡He deseado este momento años!
-Carrie, ¿puedo enseñarle tu casa? Nunca ha visto nada de este tipo.
Paul traga saliva y me dirige hacia el salón.
Un pequeño insecto volador se acerca a nosotros.
-¡AH!
-Tranquila Amelie, es solo un hada.
-¿Un hada?
Observo detenidamente al ser extraño. Puedo ver sus pequeñas alas inquietas y transparentes y su cara arrugada y de color rosa.
-Creía que las hadas eran mas...
-¿Guapas? Si, es solo un mito. Anteriormente eran personas normales pero fueron maldecidas con disminuir tanto su tamaño hasta que sean casi invisibles. No pueden hablar y se convierten en seres poco agraciados.
-Vaya... Tiene su encanto.
De repente me giro para ver las fotos del pequeño armario al lado de una jaula con dos pequeños pajaros. Los observo y veo que son oscuros y tiene aspecto de ser muy longevos.
-¿Qué son?
-Ave fénix. Seguro que has oído hablar de ellos.
-Sí claro.
Avanzo y empiezo a observar las fotos. En una de ellas aparece Carrie con un girasol tan grande que le triplica la altura. Las demás son todas de flores y aves. Pero hay una, que realmente despierta mi interés. La observo con detenimiento.
-Paul, ven aquí.
Paul se acerca rápidamente.
-Este es mi padre, ¿qué hace con Carrie? ¿Se conocían?
De repente Paul mira a Carrie y puedo ver en la cara de la anciana como las bolsas de sus ojos se caen hacia abajo.