sábado, 21 de junio de 2014

Capitulo 9.

Asimilé las palabras en mi mente. Madelle quiere que destruyamos a los oscuros y así conseguir que la paz reine aquí.
Miro a Paul. El me mira y yo asiento.

-Lo haré. Lucharemos hasta que los oscuros desaparezcan.

Madelle sonríe y yo lo hago con ella.

-Perfecto. Mis ayudante te enseñarán cómo desarrollar todo ese poder que tienes dentro. Amelie, confía en ti misma, eres mas fuerte de lo que te puedes imaginar.

Nunca he sentido que tuviera un poder dentro de mi, pero si Madelle lo cree y me pueden ayudar, creo que podré ayudar.

-¿Qué poderes tengo exactamente?

Miro a Madelle y ella hace un gesto llamando a uno de sus ayudantes.

-¡Rick! Ven.

Un muchacho rubio de ojos azules se acerca. Lleva un traje hecho con hojas y flores. En su pelo tiene una tiara de flores, que al oir el sonido que produce el chico son las flores musicales del sendero.

-Necesito que enseñes técnicas a Amelie. Ya sabes para qué.

-Claro Madelle. Aunque primero debería descansar. Tiene mala pinta y debe de estar completamente descansada.

- La verdad es que estoy bastante cansada.

-No hay problema Amelie, Rick os acompañará a los dos a vuestras habitaciones. La verdad es que se está haciendo bastante tarde.

Miro a Paul y él sonríe. Sus ojos alegres me indican que todo va bien y que siga adelante con esto.

-Chicos, por aquí. ¿Habitaciones separadas o en la misma?

Miro a Paul confundida. ¿En la misma habitación? Mi mente decía que separadas pero un deseo dentro de mi quería que durmiésemos en la misma habitación.

-Mm... ¿Paul? Tu decides.

-Rick, creo que dormiremos en la misma.

Mi corazón se paró. Paul quería dormir en la misma habitación conmigo. Una brisa cálida y reconfortante inunda mi cuerpo. Miro a Paul y le sonrio.
Recorremos los largos y coloridos pasillos y llegamos a la habitación. La puerta era enorme y decorada con flores pintadas en color dorado. Rick abre la puerta y la habitación es bastante pequeña en cuanto a la dimensión de la puerta. Sólo hay un sillón marrón, un escritorio con un jarrón lleno de flores y una cama.

-¿Una cama?-digo asombrada.

Paul comienza a reír y yo le miro timida.

-Chicos, una habitación para dos tiene que tener solo una cama, ya sabeis.

Comienza a guiñar el ojo y todos empezamos a reir. Rick comienza a dirigirse a la puerta.

-Hasta mañana chicos.

Rick cierra la puerta y todo se queda en silencio. Comienzo a andar por la habitación. Es muy colorida y huele a flores recién cortadas y lluvia. El cabecero de la cama es de roble y las sabanas son blancas. Encima de la cama hay un cuadro de un paisaje muy idílico. Me acerco al escritorio y veo que hay una carta encima. La cojo y leo en alto.

-''Disfruten de su estancia y recuerden mirar al techo cuando duerman''

Miro a Paul y él realiza la misma pregunta que pienso yo.

-¿Al techo?

-Durmamos y lo sabremos. Creo que voy al baño para asearme e irme a la cama.

Paul me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. Cuando él me hace cualquiero muestra de afecto, se me eriza el bello de los brazos.

Todo el baño está recubierto de madera y las toallas son rosas con los bordes dorados. Al lado del baño, unos jabones en forma de hoja desprendían un olor agradable.
Me aseo y salgo por la puerta. Veo a Paul tumbado en la cama leyendo uno de los libros que estaban encima de la mesilla de noche. Voy hacia la cama y me tumbo.

-¿Qué lees?

-Un cuento que estaba aquí encima, pero es aburrido.

-Creo que es hora de dormir.

Paul se gira para mirarme y yo hago lo mismo. La leve luz de las lámparas de mesilla me deja ver sus preciosos ojos y las sombras que hace la luz en su cara.

-Eres muy valiente Amelie. Yo no habría aceptado así porque sí.

-Esa mujer me da buenas sensaciones, como tú.

Paul sonríe y cuando el sonríe todo se para. El mundo se congela y se vuelve negro, y es su sonrisa la que alumbra todo. Sus dientes son blancos y perfectamente alineados, bordeados con sus labios carnosos.

-Buenas noches Paul.

-Buenas noches Amelie.

Apago las luces y me tumbo boca arriba. Entonces, en ese momento, entiendo la nota que estaba en el escritorio. Pequeñas pero numerosas luces colgaban del techo alumbrando toda la habitación. Era un ambiente de ensueño. Miro a Paul y él está mirando el techo asombrado.

-Ahora entiendo la nota.

-Paul, gracias por todo.

De repente se gira y me toca la cara con dulzura.

-Te protegeré con mi vida ¿recuerdas?

Cierro los ojos y sólo me centro en la calidez de su mano sobre mi cara. De repente me acomodo en su pecho para dormir y tras varios minutos observando las lucecitas, me quedo dormida.

Dicen que no hay mejor despertar que el canto de los pájaros al amanecer.
Abro los ojos. La ráfaga de luz que entra por la ventana y los pájaros me despiertan.
Paul está sentado en el sillón observando por la ventana.

-Dile a esos malditos pájaros que se callen.

-Buenos días, veo que tienes buen despertar.

-Demasiado. Tenemos que prepararnos, Rick no tardará en venir. Aunque aquí, se está tan bien.

Me acurruco entre las almohadas y me estiro. De repente, Paul se tumba encima mia.

-Dios,me vas a aplastar Paul.

Comenzamos a reír y me doy la vuelta para encontrarme cara a cara con él.

-Estas preciosa por las mañanas.

Sonrío y le doy un abrazo. Me quedaría así con él para siempre.

-Vamos pequeña, si no quieres llegar tarde.


Al cabo de quince minutos, Paul y yo nos arreglamos y salimos por la puerta. Llegamos al salón dónde se localiza Madelle.

-Buenos días chicos. ¿Preparados?

Sonrío para mostrar seguridad. Estaba entusiasmada y con ganas de demostrar a todos el poder que tengo. De repente Rick se acerca.

-Vamos chicos. Empezaremos aquí.

Rick mete su mano en el bolsillo y saca un collar. El collar tiene una piedra azul en forma de cubo rodeada de un cordón dorado formando nudos.

-Toma Amelie. Este va a ser el objeto que desarrollará tu poder y te ayudará a hacerte cada vez más fuerte. Cuanto mas practiques y aprendas más poderoso será ese collar. En todo lo que hagas, el collar te ayudará.

-Es precioso.

Lo cojo e intento ponérmelo.

-Trae Amelie, te lo pondré yo.

Coge el amuleto Paul y me lo pone delicadamente alrededor de mi cuello. Me giro y le miro para darle las gracias.

-Estoy preparada.

De repente un grupo de enanos, coge una figura costosamente y la pone delante mía.

-Empezaremos con algo sencillo. Tienes enfrente una figura humana hecha de piedra. Tienes que concentrarte y mirarla fijamente. Tan sólo tienes que imaginar en tu mente como la figura se rompe en mil pedacitos y el collar te ayudará.

Me concentro en la figura y me imagino con su cabeza se desploma y como sus brazos caen.
Tras cinco minutos no consigo nada.

-No puedo Rick.

-Sí, sí puedes. Concéntrate.

Me vuelvo a concentrar y cojo el collar con las dos manos y miro fijamente en la figura. De repente, unas grietas comienzan a salir desde los pies, recorriendo toda la figura hasta la cara.

-Ya casi lo tienes Amelie.

Agarro el collar con fuerza y me concentro lo mejor posible. De repente, la imagen que tenía en mi cabeza sucede con la figura. Su cabeza se desploma produciendo un enrome ruido y los brazos se caen separándose del cuerpo.
Miro a Paul y luego a Rick.

-Lo hice. Lo he conseguido.

Sonrío y me acerco a ver la figura. La he roto por completo. Me asombra ver que eso, lo he hecho yo. Yo he roto esta figura y yo tengo el poder para hacerlo.

-Muy bien Amelie, ahora, te lo pondré un poco más difícil.

Rick hace un gesto, llamando a unos guardias situados delante de una puerta con rejas negras. De repente, las rejas se abren y sale un hombre sucio y con mala cara. Tiene el pelo alborotado y sólo viste con un saco. Le miro y el me mira con ira y desprecio.

-¿Quien es Rick?

-Un preso, ha participado con los oscuros y hace cincuenta años, mató a mas de mil personas aquí. Ahora, pagará por todo lo que ha hecho. Amelie, tienes que hacerle lo mismo que le has hecho a la figura.

De repente, mi cara se vuelve blanca y noto como una punzada en mi tripa me azota. No puedo matar a una persona, aunque hubiera hecho lo más terrible del mundo.
Me acerco a Paul y le abrazo.

-No puedo hacerlo, no puedo matarle.

-Amelie, cuando te enfrentes a ellos, tendremos que hacerlo, pero no con uno, con miles. Eres fuerte, piensa en las familias que ha destruido, en todo lo que ha causado y lo más importante, que se ha aliado con el enemigo.

Le miro, y en sus ojos encuentro mi alivio. Me giro y miro al preso. Veo en sus ojos, la mente de un asesino, de una persona sin piedad, de alguien oscuro.

-Lo haré.

Me pongo delante de el, agarro mi collar y repito en mi mente la imagen de la figura de piedra, pero sustituyéndola por la de un hombre de verdad. Comienzo a concentrarme en la imagen y apretando con fuerza el amuleto. Los chillos del hombre retumban por toda la sala y me desconcentran. Veo como sus brazos comienzan a ponerse morados y sus ojos desprenden lagrimas de sangre. Se arrodilla y cae rendido por el dolor. Me concentro en que su corazón deje de latir, y lo consigo. El hombre ya no chilla, ni se retuerce. Está muerto. Unas lagrimas inundan mis ojos y no me dejan ver. He matado a una persona y me siento como una asesina.

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